El sistema de calefacción por radiadores es el que se encuentra de forma habitual en la mayoría de las viviendas.

Su funcionamiento es francamente sencillo, ya que se emplea un generador para que se caliente el agua y esta circula a través del interior de los radiadores, recorriendo todo el tiempo un circuito cerrado. Gracias a este agua caliente, los radiadores cogen temperatura y llevan ese calor a toda la habitación en la que se encuentran. Poco a poco el agua del interior de los radiadores se enfría y, cuando esto sucede, vuelve al generador para que vuelva a ser calentada.

Dentro de los radiadores que se utilizan el más usado es el de agua.

Los radiadores que encontrarás de forma habitual en las viviendas son de aluminio. Las razones es que pesan poco, son económicos y son buenos conductores del calor. En algunos casos se utilizan de hierro fundido. Es cierto que funcionan mejor, pero son más caros y pesan más lo que dificulta su instalación.

La instalación de radiadores más habitual es en paralelo.

En este caso la entrada de agua caliente está situada en la parte de arriba y la salida del agua fría en la parte inferior, pero en el lado contrario. No algo casual, sino que se utiliza este diseño para garantizar que el agua circule por todo el radiador y que este se caliente por completo.

Otro sistema es el monotubo.

En este caso tanto la entrada como la salida del agua están en la misma llave. Esta llave lo que hace es impulsar el agua caliente para que llegue al final del radiador. Entonces el agua sube y hace el recorrido inverso hasta que el agua fría sale por la misma llave.

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